viernes, 5 de junio de 2009

Jóvenes para Cristo




¿Mariposas en la panza?

¡Estar enamorado!


Sublime. No hay otra forma de definirlo. Pero este sentimiento es demasiado “divino” como para jugar con él y decir, en cualquier momento, que uno lo siente. Hay que saber distinguir entre el verdadero Amor, entre el enamoramiento y entre el noviazgo. Utilizar al noviazgo como un simple juego, como un simple pasaporte hacia placeres superficiales, es irracional. Dicho esto hablemos ahora del enamoramiento.
¿Qué es eso? Es el primer brote, el más fino y delicado tallo, de Amor. El enamoramiento es el estado en que las personas comienzan a sentir en su corazón (¿en su alma?) los áureos reflejos del Amor. El enamoramiento no permite a los enamorados ser una misma alma, pero les permite volar. ¡Sí, volar! Y así como nadie toma un avión para viajar por carretera, nadie debería usar al enamoramiento para arrastrarse por el pavimento. No vale la pena.Y por último: ¿qué es el Amor? Lo es todo. Amor es –dijo Víctor Hugo- “una respiración celeste del aire del paraíso”. Amor es amar y ser amado, es entregarse hasta sangrar y querer sangrar si uno no se entrega. Amor es la unión de dos almas, el delirio de dos corazones. Amar no es ser pasional, sino ser apasionado. Amar es respetar al otro, pues se ve en él (o en ella) el reflejo de la propia alma. Hemos hablado del Amor, del enamoramiento y del noviazgo: ahora nos toca caminarlos, nos toca vivirlos. Cómo lo hagamos, depende de nosotros. ¡Ojalá que lo hagamos bien!

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